La relación entre emociones y alimentación no es simple: por un lado, los estados emocionales y de ánimo pueden influir la conducta alimenticia, por otro lado, la alimentación puede modificar las emociones y estados de ánimo (Gibson, 2006). De este modo, la influencia de la emoción sobre la alimentación incluye la desinhibición o restricción alimenticia, mientras que el alimento tiene un efecto de modulación sobre los estados afectivos.
Hay evidencia de como el experimentar emociones negativas en el DIETANTE CRONICO incrementa la ingesta, por la disminuida leptina y el elevado cortisol desde el punto de vista metabólico ambas son hormonas que juegan un papel muy importante para tener un peso saludable.
Cuando empecemos un PLAN NUTRICIONAL no lo veamos como dieta, no lo veamos con estrés, establezcamos metas a corto plazo, celebremos todos los éxitos, y aprendamos de los fracasos, alimentarnos bien y aprender a comer es una decisión de vida y de salud, no de estrés ni negatividad. Disfrutemos el trayecto con AUTO AMOR, o AMOR PROPIO.
Bibliografía:
Jaime R. Silva // “Anxiety Induced Overeating. Part I: Behavioral, Affective, Metabolic and Endocrine Evidence.” // Departamento de Salud Mental y Psiquiatría Facultad de Medicina Universidad de la Frontera //
Gibson, E. (2006). Emotional influences on food choice: Sensory, physiological and psychological pathways. Physiology & Behavior, 89, 53-61
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